
El asombro es la base de la curiosidad perceptiva que favorece el aprendizaje
El asombro es más que una emoción efímera; es el cimiento de la curiosidad y el aprendizaje en todas las edades. Esta capacidad innata, con la que venimos y que despertamos desde nuestra infancia al maravillarnos ante lo desconocido, es lo que impulsa la sed de conocimiento y la capacidad creativa. A medida que los seres humanos crecen, el desafío es mantener viva esa chispa, nutriendo su curiosidad natural y el deseo de explorar el mundo.
En la cotidianidad, el asombro no se refleja en lo efímero y banal de lo material, sino que se manifiesta en pequeños momentos: la fascinación de un niño al descubrir cada día algo nuevo, la emoción de un adolescente definiendo una nueva pasión, o el interés renovado de un adulto al aprender algo nuevo y eliminar creencias arraigadas. Estos instantes, aparentemente insignificantes, son los que dan forma a nuestra perspectiva del mundo y alimentan nuestro deseo de entenderlo mejor.
Para padres y educadores, fomentar una cultura de asombro y curiosidad no es solo una tarea, sino un privilegio. Se trata de crear entornos donde las preguntas son bienvenidas y valoradas tanto como las respuestas. Un ambiente donde el aprendizaje no se limita a las aulas, sino que se extiende a cada rincón de nuestras vidas, convirtiendo cada experiencia en una oportunidad para aprender y maravillarse.
Históricamente, el asombro ha sido el motor de grandes descubrimientos y avances. En una sociedad que avanza rápidamente, donde la información se viraliza y muta de manera permanente, es imperativo recordar que el verdadero conocimiento surge de la capacidad de cuestionar. El asombro no es solo la base del aprendizaje académico; es el fundamento de una sociedad innovadora, creativa y compasiva.
Los cambios necesarios para fomentar el asombro y la curiosidad en la sociedad actual implican un enfoque más holístico en la educación. Debemos trascender los métodos tradicionales de enseñanza para abrazar prácticas que promuevan la exploración y el pensamiento crítico. Se trata de valorar y desarrollar la capacidad de entrar y lograr potenciar cada individuo, reconociendo que cada pregunta es el comienzo de un nuevo camino hacia el entendimiento y la sabiduría.
Fomentar el asombro y la curiosidad no es solo enriquecer la educación, es preparar a las nuevas generaciones para un mundo en constante cambio. Ellos, armados con la capacidad de retar y preguntar, se convierten en los arquitectos de futuras innovaciones y sociedades más conscientes. Así, el asombro y la curiosidad no son solo fundamentos del aprendizaje, sino las herramientas con las que cada generación esculpe su legado en la historia del conocimiento humano.
Permitamos que el asombro de estas nuevas generaciones que entregaremos a la sociedad nos asombre.
Hugo Jaimezurek
Papa Grado 3°
The Columbus School - Revista Nuestra ASOPAF / Edición 20
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